
Oreja de peso para la verdad del toreo al natural de El Cid en Sevilla

Balance: silencio y oreja
Ganadería: Fuente Ymbro
El Cid ha cortado una oreja de enorme valor esta tarde en Sevilla, donde la verdad de su toreo al natural ha vuelto a ser su principal arma para reconquistar a la afición de su tierra. El Torero de Salteras ha emocionado a la Maestranza en su faena al quinto de la tarde, un toro de esos de cara o cruz que la decisión, la firmeza y el valor de El Cid han convertido en toro de triunfo. No era fácil arrastrar la muleta a un toro que lanzaba una mirada de terror al torero antes de cada embestida. Pero el Cid lo hizo y llevó la emoción de su verdad a todos y cada uno de los aficionados que acudieron a la plaza sevillana. El Cid se la jugó a carta cabal y logró alcanzar la meta del triunfo. Un triunfo que pone muchas cosas en su sitio y, sobre todo, abre nuevos caminos a la temporada. Caminos para un torero que pide paso de nuevo.
El Cid se hizo ya presente en el quite que hizo al primero de la tarde. También dejó algún lance templado en el recibo al segundo de la tarde y primero de su lote, rematando con buena media. El toro recibió un castigo medido en el caballo y Adame se lució en un quite por chicuelinas. El Cid brindó al público y el toro se le coló dos veces por el derecho en el inicio de faena, de ahí que decidiera empezar toreando con la zurda. Dio una primera serie y ya en la segunda el toro quiso rehusar pelea al sentirse podido por la superioridad del torero. Cambió a la derecha y el de Fuente Ymbro le apretó después del segundo muletazo. Al volver a la zurda, el toro buscó descarado las tablas. Estocada trasera y silencio.
Nada le permitió desarrollar el quinto a El Cid con el capote. Brindó al abogado Joaquín Moeckel y su hija Blanca y, después de sacar al toro por fuera de la segunda raya, le dio una primera serie diestra muy ligada que hizo reaccionar al público. La siguiente también fue buena y cuando cogió la zurda le tocó tragar la mirada y la prueba del toro, que no era claro. Ese riesgo palpable hizo que las tres series por ese pitón tuvieran gran intensidad. La emoción llegó con toda pureza a los tendidos. El Cid tragó y dejó naturales de largo trazo y mucha emoción. Para terminar, se metió entre los pitones con mucho mérito antes de dejar una estocada efectiva. Le fue concedida una oreja pedida de forma unánime. Un trofeo de gran peso.